Atlas de Geografía Minera: El cielo abstracto de Sama

Ocurre algunas noches que pasas por la Calle Dorado de Sama y te alumbra el camino la luz que sale del Cine Felgueroso. Si vas sola, si no hay una pantalla de móvil que te distraiga del mundo real, puede ser que levantes la vista al cielo y hasta te pares frente al gigante bloque de viviendas de los Siete Pisos en cuyo centro está este edificio tan cinematográfico como artístico, uno de los emblemas urbanísticos salmerones. Quizás nunca antes lo hayas visto así como lo ves ahora iluminado en la noche, pero ese día estás ahí parada y sobre tu cabeza, el cielo se vuelve abstracto y si te fijas, bajo él están dos estrellas: El director español Luis Buñuel y la actriz estadounidense Marilyn Monroe. ¿A qué parece mentira? O aún mejor, ¿A qué parece magia? Pues ahí está.

           El Cine Felgueroso es uno de esos lugares que dan fe del poderío de una época en Sama, en Langreo, en las Cuencas. Fueron esas décadas en las que sus salas se llenaban de vecinos de todas las edades para disfrutar de las sesiones dobles, de la oscuridad de las últimas filas o de un amor incondicional por el séptimo arte (que de estos en Sama hay muchos, basta con pararse a admirar el trabajo que realizan desde la asociación Sala Oscura desde hace más de treinta años con la programación de ciclos que aún hoy permiten disfrutar de grandes películas en una gran pantalla, como si el siglo XX no se nos escapara entre los dedos a cada segundo).

Yo también fui al Felgueroso, claro. Muchas veces. Y puede que me falle la memoria, o que la memoria quiera adaptarse a elaborar una narrativa lo suficientemente dramática como para que me sirva a mí para este escrito, pero juraría que la última película que vi ahí, antes de que dejara de ser una sala comercial para convertirse en el centro cultural que es hoy, fue Titanic. Bastante metafórico, dirán algunos, de lo que ha sido el devenir de las cuencas de los últimos tiempos. Pero la verdad que yo no llego tan allá. Lo único que recuerdo de ese día fueron las risas que echamos cuando una amiga se levantó y agarrando el asiento delantero con fuerza gritó  un trágico “Nooooooooo” al ver morir a Leonardo Di Caprio en las gélidas aguas del Atlántico Norte porque Kate Winslet no tuvo la decencia de dejarle un cachu de tablina al su lao.

Una de las cosas que más me fascinan del Cine Felgueroso, más allá de mis propias casualidades (o quizás leyendas), es que nació ya aunando distintas artes y la altura de miras de quien proyectó tan magno lugar. Y sin darse importancia ahí está, en el medio de la calle Dorado, que tuvo más de dorada de lo que tiene, eso es verdad, como ejemplo de un urbanismo de altura de miras y en el que, como ves todos los días, puede que realmente no veas nunca. En el techo  del Felgueroso que se ve desde la calle, gracias a sus grandes ventanales, y que tiene forma semielíptica, el artista Jesús Díaz “Zuco” adaptó la obra abstracta del pintor Antonio Suárez con cinco colores y una técnica depurada en las mejores escuelas de Arte de la antigua URSS.

Y en él, en Zuco, es en quien pienso yo cada vez que la vida me permite parar a admirar el trocín de cielo abstracto que tenemos en Sama. Pienso en él, que fue un niño de la Guerra y que con ocho años, cuando lo separaron de su madre para llevarlo a Moscú, supo que estaba viviendo ya el día más triste de su vida.