La sidra patrimonio de Asturias

Alrededor de la sidra se ha generado un rico y complejo conjunto cultural. La sidra es un alimento y una bebida muy presente en la vida cotidiana de los asturianos y de sus formas de sociabilidad, su producción y su consumo se ha derivado una abundante cultura material autóctona. Por consiguiente, una dimensión de tanto calado no puede dejar de rastrearse en el campo de la creación artística, a la par que consigue una honda impregnación en el imaginario colectivo de una sociedad.

La sidra constituye un elemento vertebrador en algunos contextos sociales que le son propios y está presente en muchos otros: en la taberna o en el llagar y la espicha, que tan destacado papel juegan en la sociabilidad y el ocio regional; así como en todas las ocasiones festivas.

La manzana y la sidra continúan jugando un destacado papel en la economía de la casería, convirtiéndose, junto con la ganadería, en la principal producción del campesinado de las comarcas sidreras. En torno a la defensa de los intereses sidreros se aglutinaría con premura la totalidad del agro regional. En una economía con tantas persistencias arcaicas, el manzano y sus derivados, junto a otros pocos productos, supusieron la inserción definitiva del mundo rural asturiano en la economía de mercado. Pese a su imagen de tipismo y de vestigio de un mundo tradicional, la sidra acabó siendo una de las señales más ciertas y seguras de la inexorable modernización social y económica del sector agrario.

Por consiguiente, el sidrero fue un sector que, al margen de cualquier otra consideración, se vio empujado a adaptarse a las directrices de la moderna sociedad de consumo; sin perder eso sí su señas de identidad esenciales. La sidra representa el resultado de un saber y una tecnología compleja que, como producto cultural, se mueve entre la tradición y la innovación. Se ha asistido a un proceso de dignificación a un “enriquecimiento del producto pobre” que pasa de este modo a participar en un sistema gastronómico y simbólico diferente.

Constituir una tradición milenaria, haber evolucionado y sabido adaptarse a las más diversas coyunturas y, esencialmente, haber conseguido un arraigo popular capaz de competir con productos de difusión y promoción mundial —desde sus estructuras descentralizadas y de carácter familiar— mantiene la cultura sidrera regional como una de las principales señas de identidad de Asturias.

Es por lo expuesto por lo que se aspira a que la cultura sidrera sea considerada como patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

Luis Benito García