Atlas de Geografía Minera: A los que entiban la fiesta
Le dije a Alfonso Zapico que dibujara para esta última página del mes algo del Concurso de Entibadores de las fiestas de Santiago de Sama. Me contestó emocionado porque este año lo había podido ver en vivo y en directo en la orilla derecha del río Nalón, delante del Instituto Jerónimo González. No sé si será ahí donde se instala desde hace 77 ediciones (años, salvo algunos más), pero que ahí es donde lo tenemos localizado él y yo desde que tengo uso de razón.
Le dije que dibujara entibadores, aún a sabiendas de que, más allá del certamen, yo quería hablar de otra cosa. Porque hoy, en esta contra de La Cuenca del Nalón que nos presta nuestro jefe y sin embargo amigo Fidel Fernández, quiero hablar de unos soportes que aseguran galerías, sí, pero que no son de madera, no. Porque esta página va dedicada hoy a la gente que se pone al frente de las organizaciones de los festejos de la cuenca y asegura su continuidad a base de esfuerzo y horas de sueño.

Los primeros «chavales» que se liaron la manta a la cabeza para dirigir unos festejos de los considerados «grandes» fueron, al menos en mi cabeza, los Amigos del Descenso Folklórico de Laviana. Paradójicamente, esa fiesta no estaba en riesgo de desaparecer cuando encontró «capitanes» que la comandaran. Más bien parecía que iba a morir de éxito sin una organización clara que «llindiara» a las miles de personas que cada año bajan el río entre Puente d’Arcu y La Chalana disfrazados de mil cosas.
Y no necesariamente en orden de aparición, pero tras Laviana llegó Blimea, El Entrego, Sama y Sotrondio (sin olvidarnos de las decenas de fiestas más «pequeñinas» que se mantienen gracias a comisiones de festejos que curran todo el año para llevar a sus respectivos pueblos un poco de alegría, música y tradición).
Dejadme parar en Sotrondio un ratín para hablar del Concurso de Charangas. ¿Qué es esta movida? Si no habéis ido nunca —lleva «solo» 10 años la fiesta—, os pido por favor que agendéis el fin de semana del 2026 y os deis una vuelta por la cita musical. El nivel musical de los conjuntos participantes y el nivel «folixeru» del público en general os va a dejar sin palabras. La organización de esta cita es complicada y tediosa, pero la gente que está ahí dentro no quita la sonrisa de la boca. Y no es para menos. Mi humilde enhorabuena desde aquí.
La de las Charangas es una cita relativamente nueva que se abre hueco en la agenda festiva del valle del Nalón con el apoyo de gente muy muy joven (insultantemente joven, si me preguntáis), pero que atrae a todas las edades por la alegría que desborda. Por su lado, el Concurso de Entibadores es una cita «antigua» en la que el espectáculo lo dan «veteranos» y donde los más jóvenes, de momento, solo van a mirar, fascinados por las hachas que cortan el aire, la precisión de unas manos rudas y unos cascos que cada vez se ven menos en las cabezas. No son incompatibles una y otra, todo lo contrario. La existencia de las dos, la existencia en realidad de todas las fiestas de la cuenca del Nalón —desde la más «pequeñina» hasta la más grande— nos da vida. Y eso siempre está bien.
Así que, a todas las personas que organizan fiestas, que entiban nuestra alegría: mil millones de gracias.