La sidra: de Asturias al Mundo
Había pocas dudas sobre la mundialización de la sidra asturiana, y su cultura. Ahora ya no hay ninguna. La cultura sidrera asturiana «ye mundial» después de que el pasado 4 de diciembre fuera reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Este éxito es el éxito de Asturies.
Un reconocimiento que conlleva obligaciones, ya que dicha declaración conlleva que la Cultura Sidrera Asturiana debe ser protegida y promocionada. O lo que es lo mismo, las administraciones públicas deben ser garantes de ello. Los reglamentos de la Unesco marcan una evaluación cada seis años de la decisión tomada. Y ahí se analizará si la Cultura Sidrera Asturiana ha sido protegida por las instituciones. Una protección que va desde la pumarada hasta el escanciado. Y, también, promocionada. Entre las nuevas generaciones y con carácter internacional. Si el resultado es positivo, echar un culín seguirá siendo mundial. No se ha dado el caso aún de que ninguna de las manifestaciones culturales protegidas por la Unesco hayan perdido esa etiqueta creada en 2006.
La consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez, y el director general de Cultura y Patrimonio, Pablo León Gasalla, fueron quienes recogieron la acreditación en Asunción (Paraguay). «Esta certificación es de toda Asturias, de quienes son asturianos por nacimiento y de quienes lo son por vocación, de las personas de muchas generaciones atrás y también de aquellas a las que ahora debemos transmitir este gran patrimonio que tenemos entre las manos», señaló Gutiérrez.
La decisión de la Unesco reconoce y distingue la singular relación que Asturias mantiene con la bebida regional por excelencia y que engloba diferentes manifestaciones: desde el cultivo del manzano hasta el escanciado, de las canciones tradicionales a la creación artística y al vocabulario ligado a su consumo. La cultura sidrera es un legado único que combina tradición, sostenibilidad y sentido de pertenencia. Incluso ha conseguido implantar un vocabulario único con términos tan reconocidos y utilizados como mayar (machacar y triturar la manzana para convertirla en zumo), espicha (fiesta en torno a la primera sidra de año), culin/culete (medida de sidra escanciada en un vaso) y muchas más que se utilizan a diario sin darnos cuenta de que son muy nuestras, muy asturianas. Durante siglos los asturianos hemos conservado esa tradición que está en nuestro ADN, ahora con los ojos del mundo puestos en nosotros tenemos la obligación de continuar con esta labor de conservación, mejora difusión de nuestra cultura sidrera. Porque es muy complicado encontrar a un asturiano que no haya probado a escanciar una botella de sidra, casi tan difícil como localizar a un visitante de nuestra región que no se haya parado a contemplar a un escanciador y después haya probado la sidra.
La celebración en el Museo de la Sidra de Nava se produjo días después de reconocimiento. Allí el presidente del Principado Adrián Barbón recordó que queda «mucho por hacer». Y citó la necesidad de «perfeccionar el proceso de elaboración y distribución» de la sidra, «mejorar el conocimiento de las prácticas sociales» ligadas a esta bebida y atender al «patrimonio cultural», que engloba desde echar la sidra hasta los cantares populares. «Hay mucho que hacer y no sólo desde el Gobierno de Asturias, sino también desde los ayuntamientos, las asociaciones, el empresariado, el sector turístico, la Universidad de Oviedo y la ciudadanía. Estamos de enhorabuena porque Asturies está de restallu», concluyó.
Desde el sector turístico y hostelero, el presidente de la patronal Otea considera que «no se trata tanto de obligaciones como de la responsabilidad del sector en promulgar y conservar los principios que sostienen la Cultura Sidrera Asturiana». En opinión de José Luis Álvarez Almeida, «el escanciado es lo que distingue nuestra manera de degustarla: si quitamos el escanciado y los escanciadores, la sidra asturiana se podría considerar igual que otras bebidas de manzana del resto del mundo». Otra parte importante son los escanciadores, una figura imponente que levanta la botella verde baja el vaso ancho y deja caer con precisión la sidra al borde del vaso formando una espuma mágica que aventura la experiencia de tomar un culete de sidra bien escanciado. Ahora es importante no olvidarse de los productores, cosecheros, llagareros y todos los que hacen posible que la calidad de la sidra asturiana sea algo excepcional.
La certificación de la Unesco contribuirá a la protección de un tesoro cultural que se ha sabido cuidar a lo largo de muchas décadas para transmitirlo a las siguientes generaciones como símbolo identitario del pueblo asturiano. Todas las manifestaciones culturales que se han generado en torno a la sidra, la gastronomía, el sector recolector y productor, la llingua propia… todo ello forma parte de esta candidatura y ahora tenemos que vivirlo y, sobre todo, salvaguardarlo y transmitirlo.