Xulio Arbesú. Escritor

Creídos

Era una tenista famosa que en una entrevista se expresó así: “Yo soy la mejor, tanto en el saque como en la velocidad de reacción y en los reflejos. No hay actualmente ninguna tenista que tenga la forma física que tengo yo. Y además esa fuerza y esa agilidad las combino con una estética impecable. Es sabido lo solicitada que estoy como modelo en las mejores revistas, lo mismo para los primeros planos del rostro que para los de cuerpo entero.”

No exageraba, era de veras la mejor, la más fuerte, la más ágil y la más guapa. Sólo tenía un defecto, que era una creída insoportable. Porque en la vida normal puede ser que seas verdaderamente bueno en algo, pero no debes echarte flores a ti mismo. Eso está muy mal visto. Si te ensalzas sin razón, quedas en ridículo. Si te ensalzas con razón, peor todavía. No te perdonará nadie.

Como he dicho, estoy hablando de la vida normal. Otra cosa es la vida política, donde pasan cosas que no son normales. En ese mundo aparte, unas personas ante un micrófono insisten sin remilgos en que son las mejores y en que los adversarios son penosos.

Pero no lo hacen porque sean creídas, sino porque atienden las instrucciones de los expertos. Y estos saben que el político que reconoce un error baja en las estadísticas de aprobación popular, y que el político que se da autobombo, en realidad está ensalzando a su partido y en último término a sus votantes.

Otro gallo cantaría si los votantes castigaran el engreimiento como lo suelen castigar en la vida normal.