“Quiero que se valore el trabajo que hay detrás de cada personaje sin tener en cuenta la cantidad de piel que se muestra, o los amiguismos”

Juncal Martínez Beiro es una reconocida cosplayer langreana, más concretamente de Cuturrasu, que cuenta en su haber con numerosos premios y reconocimientos por su trayectoria. No en vano fue la representante española en la Yamao Cosplay Cup que se celebró en Brasil y una de sus obras, “El beso de Orian” resultó ganadora del concurso organizado por el Museo de vestidos de papel de Mollusa.

entrevista en cuturraso la cuenca del nalon  28/5/2018 foto: Juan Carlos Román

BIBIANA COTO

¿Cómo surge el interés por esta disciplina de cosplayer?

-Yo tengo una trayectoria en casa que, aunque no está relacionado directamente con el cosplay, si tiene mucho que ver con el arte, la transformación, el hacerse pasar por otra persona. De pequeña y no de tan pequeña, vamos ahora… ves muchas películas, dibujos, cómics y al final quieres ser uno de ellos. Cuando llegué a la carrera y me empecé a mover por eventos, vi que podía ir de carnaval todos los días. Y me encantó el asunto.

-Hablanos un poco de qué va esto de ser cosplayer…

-Nosotros nos dedicamos a coger lo que es el aspecto de un personaje y luego a lo investigamos a través de las fotografías, vídeos o cualquier material que tengamos de él. Así conseguimos  extraer el alma de ese personaje y ser ellos directamente. Es como fingir ser ese señor, señora, ese niño op esa niña durante el tiempo que permaneces con el traje puesto. También hay un proceso importante de fabricación que es donde realmente está el trabajo duro y difícil.

-¿Cuánto te puede llevar hacer el traje de un personaje entre horas de estudio y construcción?

-Es muy difícil dar un tiempo estándar porque depende del personaje pero si ponemos por ejemplo un traje que vaya a concurso y que esté más elaborado hablaríamos de una media de dos o tres meses. Eso sí, con ayuda. No te digo sola porque, directamente, sería imposible terminarlo en ese plazo. No estoy hablando de un traje de una chaquetina, si no que estamos hablando de trajes en los que tienes que construir un volumen, hacer un cuerpo con el que puedas comenzar a trabajar.

-Fuiste a brasil representando a España tras ser seleccionada en Madrid. ¿Cómo fue la experiencia?

-El proceso de llegar a ser representante en un certamen como el Yamato Cosplay Cup requiere mucho trabajo y mucho esfuerzo. Yo llegué a Brasil el cuarto año que me presentaba a la preselección. No lo conseguí en todas las anteriores. Y el hecho sólo de prepararte para un concurso como este da muchas alegrías pero también suele dejar un mal sabor de boca. Este certamen es una vez al año y detrás del disfraz que llevar hay muchos meses de trabajo duro que van a ser valorados durante una interpretación de tres minutos. Puede que no estés en tu mejor día o simplemente que algo te pueda salir mal y todo el trabajo que has hecho, en ese caso, no sirve de nada.

La cosplayer langreana Juncal Martínez Beiro, en un momento de la entrevista.
La cosplayer langreana Juncal Martínez Beiro, en un momento de la entrevista.

-¿Con qué traje fuiste?

-Fui con un personaje que se llama Víktor de League of Legends, que lleva, entre otras cosas, una mano mecanizada.

-Aunque esto pueda sonar a quién quieres más: a papá o a mamá, ¿sientes predilección por algún traje?

-Quizás el traje que más me gusta sea el de Quinn, pero también me gusta mucho vestirme de niño o de niña porque te da mucho juego. Pero después… es que no me gusta sentirme desnuda encima de un escenario. Me gusta ir con algo con lo que vaya a gusto.

Siempre llevas personajes que requieren mucha estructura, muy voluminosos y muy tapada y la verdad es que me ha llamado la atención porque en este mundo suelo ver lo contrario. ¿Eres, en este sentido, una cosplayer diferente?

-Puede que sí. Yo voy a eventos a ganar concursos porque me esforcé por hacer un traje. No a desnudarme delante de nadie. Voy a que valoren mi trabajo por si mismo, y no a que me voten porque sea su amiga. Y si, es cierto que es un mundo machista porque parte de donde parte. La gente no acaba de entender que tanto el mundo oriental, como el mundo de los videojuegos, del cómic o las propias películas son machistas.  ¿Cómo es posible que un personaje femenino en nivel  uno tenga más armadura que una guerrera en el nivel 90 que va en bragas y con un sujetador?Y a partir de ahí, se construye lo demás. Dicho esto, cada una y cada uno que vaya como quiera. Pero yo quiero que se valore mi trabajo,  no mi cuerpo.

Me decías que tu personaje favorito era Quinn, ¿por qué?

-Porque es muy atractivo. ES una mujer con armadura que está totalmente vestida, que además impone porque lleva unos tacones muy altos y que va acompañada de un pájaro. Todo el conjunto lo hace muy atractivo para el público.

Un pájaro que es un estructura que te colocas encima. ¿Cómo se hacen esas construcciones?

-Pues muchas veces a base de probar y ver que funcionan. Siempre digo que cuando me disfrace de Mulán no sabía como hacer la estructura del dragón porque vencía a un lado y a otro. Así que equilibramos el peso poniendo más arnés por delante para que hiciera contrapeso con el culo. (Se ríe). Funcionó.

-Ese es el primer traje que hiciste, ¿cambiarías algo?

-Sí, porque ahora sé más. Pero de todos modos tiene un premio en Madrid y eso que las patas de dragón estaban hechas con botellas de casera. Para que veas, que a veces se puede dar la vuelta a cosas y conseguir un buen traje con ello. Y es que a mi me encantaría probar y trabajar con un montón de cosas, pero es que no puedes tener dinero para todo y al final tiendo a buscar procesos más lentos y más artesanales pero que si los sabes trabajar te dan muy buen resultado.

-¿Qué retos te planteas ahora?

-Presentarme a algún concurso más e ir viendo.

-¿Te sientes reconocida en tu tierra?

-No estoy reconocida a pesar de ser una de las cosplayer con más premios de Asturias.

-Pero la gente si te reconoce a ti y a tus trajes…

-Sí, sí. Mira, tengo una anécdota muy graciosa que fue en la YCC en Madrid. Cuando gané para ir a Brasil era la cuarta vez que me presentaba y el primer año que el premio se hacía con un jurado internacional. Gané y yo, pues me dio por llorar porque me emocioné. Pues las chicas que limpian el IFEMA se acercaron a mi madre, que la vieron también emocionada y le dijeron: ¿Es tu hija no? Enhorabuena, ¡ya era hora que ganara! Y resulta que se acordaban de todos los trajes que había llevado anteriormente y me habían reconocido perfectamente.