“Hay personas, mucho más inteligentes que yo, que abandonaron pero yo creo que querer es poder”

Carmen Velasco Arteche, ha sido profesora durante muchos años. Tras su jubilación decidió saldar una deuda pendiente con el inglés, licenciándose con 83 años en Filología Inglesa. Con Carmina, que es como la llaman, ni funcionan los tópicos ni pasan los años. Mientras hablamos bebe una Guinness despacio, deleitándose, y confiesa entre risas que es uno de esos pequeños placeres que tiene la vida. En una pequeña bolsa lleva su tablet para leer durante la vuelta a casa y un pequeño paraguas plegable, porque “el móvil me chivó que hacia las dos podía haber tormentas”.

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-En una edad en la que ya una se jubila, y dice… bueno, pues ahora a disfrutar y a relajarme ¿Cómo se planteaentrar de nuevo en la facultad y cursar su tercera licenciatura?

-En verdad no me lo planteé. Quise hacer algo que me gustaba para pasar el tiempo y que, además, era una asignatura pendiente. En los años 50 sabía que el inglés se estaba convirtiendo en la lengua franca y sabía que a mi me faltaba esa asignatura. Yo ya iba a una academia en Salinas con una irlandesa y allí compartía clases con estudiantes de filología de primero. Un día le pregunté a la profesora: ¿A ti que te parece, podría yo intentarlo con el nivel que tengo? Y ella fue generosa y me dijo: “por supuesto, puedes intentarlo”.

-De ahí al paso…

-Dejé pasar un año. Me jubilé en el 94 y empecé en el 96. Hacía dos o tres al año porque me di cuenta, enseguida, que no podía forzar la máquina y que se cogía muchas asignaturas me estresaba. Entonces hacía eso y hubo incluso años que por problemas de salud no hice ninguna. Así hastaque en quinto se estableció una muy buena comunicación con los compañeros.

Era el último año del plan antiguo de estudios y yo tenía que ir a todas las asignaturas que me faltaban para, con la matrícula,adquirir el derecho a seguirte examinando en años sucesivos. Me quedaban doce o catorce, no las recuerdo, y era imposible hacerlas. Ellos me ayudaron a recopilar todo el material para cursarlas en años sucesivos.

-Usted me dice que no hay excepcionalidad en lo que hace. Sin embargo, los últimos años estuvo estudiando aún teniendo problemas de salud. Es una actitud hacia la vida a reseñar, creo yo, cuándo no son pocos los chavales que abandonan.

-No sé muy bien el fondo de la psicología de la persona, el por qué haces cosas, por qué me gusta tanto la fotografía, por qué me gusta conocer cosas nuevas, por qué me gusta volver siempre al mi rincón en el pueblo…Esto de la carrera puede tener algo que ver el acumular frustraciones a lo largo de la vida. Yo había pensado que podía casarme, tener una familia y unos hijos, y al final no lo hice. Pienso que en el fondo tienes ahí una frustración importante que afortunadamente no está en superficie y no condiciona tu vida. Pero que está ahí y entonces tú necesitas hacer algo, acabar algo. Y creo que este pueda ser el motivo por el que empecé la carrera.

-¿Cuántos chavales viste llegar y cómo fue la experiencia?

-Pues ya ni me acuerdo. Hay muchos chavales que me saludad por la calle y pienso: “Debe ser alguien de la universidad”. Otras veces pienso que puede que sean alumnos míos porque pasaron muchos por mis manos.

-Yo recuerdo cuando iba a la universidad que confundí, en el primer año, a una compañera con la profesora por una cuestión de edad. Ana tenía unos cincuenta años. ¿Te pasó algo parecido?

-No, nunca me confundieron. Yo llegaba, me sentaba allí y ya. Pero si se notaba mucho la brecha de edad. Fue en el quinto año, fíjate, cuando se cambió el plan de estudios y surgió toda esta ayuda que me prestaron los compañeros cuando recuerdo con más agrado la época de la carrera a pesar de todo el agobio del momento. Aunque fueron muchos años, veintiuno para acabar la carrera, tengo que decir que de monotonía nada, la verdad.

Carmen Velasco Arteche, licenciada en filología inglesa a los 83 años, con nuestra redactora Bibiana Coto durante la entrevista.
Carmen Velasco Arteche, licenciada en filología inglesa a los 83 años, con nuestra redactora Bibiana Coto durante la entrevista.

-Fue una carrera de resistencia la que hizo. La pregunta es obligada: ¿constancia o inteligencia?

-Querer es poder. Hay personas, mucho más inteligentes que yo, que abandonaron y dejaron la carrera desanimadas. Quizás porque la licenciatura de filología inglesa en Oviedo es realmente difícil. Los profesores son muy exigentes y es necesario mucho esfuerzo. Y en el esfuerzo está precisamente la constancia. De hecho muchos compañeros siempre me decían “esto en Salamanca lo hubiéramos hecho volando”.

-¿Qué nuevos proyectos tiene?

-Pues yo creo que seguiré yendo a alguna clase de oyente, eso sí lo voy a hacer. Asistir a clases de profesores que ya conozco, principalmente de asignaturas relacionadas con la literatura. Tengo que confesar una cosa, cuanto menos curiosa. Como profesora de historia yo siempre había sido muy reacia a leer novelas, me parecía que era perder el tiempo. Pues hay un tema en el que tengo que profundizar que es la historiografía, porque de alguna manera en una novela hoy en día encuentras montones de hechos y de situaciones que tienen que ver con la historia.

¿Cómo fue tu infancia en Sama, qué recuerdas de ella?

-Siempre hay una nostalgia de la zona donde te criaste. La infancia fue feliz a medias, porque viví la guerra de pequeña y después la postguerra, que fue muy dura. De la experiencia de la escuela, que sería interesante, sólo recuerdo a una tal doña Esperanza, en un colegio donde había que pagar y  que no era un centro oficial.Después, eso sí, fui al colegio de las monjas dominicas donde el Parque Dorado. Pero de esa etapa no recuerdo mucho.

“Mi padre nos enseñó a leer con un periódico”

A nosotros nos aprendió a leer en casa nuestro padre. Muy a su manera, porque lo hizo con el periódico. ¡Fíjate tú que cosa curiosa! Recuerdo un año en el que hubo una tormenta tan grande que el viento arrancó árboles del parque, dejando al descubierto unas raíces enormes y un huego muy grande al caer. Nunca vi una tormenta así.

-Estudiante y profesora, qué legado dejarías a los que te sucederán?

-Que hagan siempre lo que les gusta porque así, serán capaces de hacerlo. Y si al final, para ganarse el pan tiene que acabar trabajando en algo que no les gusta, que lo hagan y que sean los mejores. Pero al margen de ese trabajo que les da independencia tienen que seguir haciendo, aunque sea en su tiempo libre, lo que les apasiona. Que nunca lo dejen de lado.