Asturias, historia de la resistencia al Covid-19

Miembro de la Brigada de Salvamento Minero desinfecta la entrada de un comercio de La Felguera.

Prevenir antes que lamentar. Asturias siempre ha ido un pasito por delante durante toda a crisis del Covid-19, nos marcaron las pautas correctas optando por la prevención y la anticipación. Conscientes de que vale más pecar de previsores que no quedarse cortos y lamentar la situación cuando sea demasiado tarde. Han sido momentos duros. Hemos aprendido cosas nuevas que hemos tenido que aplicar después a nuestra vida cotidiana pero ni nos rendimos, ni nos vamos a dejar vencer. Los asturianos no hemos perdido la esperanza de ganar la batalla el coronavirus y tampoco estamos dispuestos a bajar la guardia.

La salud de todos los asturianos ha sido la gran prioridad, en el convencimiento de que es la clave para que haya una economía fuerte. Estamos en el momento de un nuevo paso, seguimos ganado espacio al virus en una desescalada en la que avanzamos a la fase dos, y ello implica – porque así nos lo dicen los responsables sanitarios – el uso de mascarilla. Complementado, eso sí, con la distancias de seguridad de dos metros respecto a otras personas y la higiene constante de manos.

Vamos a cumplir 80 días cuanto menos extraños. Si echamos la vista atrás nos pararíamos en ese primer día que comenzamos a ser conscientes que existía un virus potencialmente peligroso. Era martes 10 de marzo y empezábamos a hablar del coronavirus como un enemigo cercano. Al día siguiente un paciente ovetense de 68 años fallecía en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) tras ser diagnosticado de infección por coronavirus. Se trataba del primer muerto en el Principado a causa de la epidemia con el nuevo patógeno de origen chino. Estaba ingresado en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del complejo sanitario ovetense. Y con él se confirmaba el primer foco de infección asturiano en el colegio Fundación Masaveu de Oviedo. El Principado comenzaba a reforzar el sistema de salud con 139 nuevos profesionales.

Soldados del regimiento Cabo Noval patrullan por La Felguera durante el confinamiento.

Llegaron los datos de España y eran muy negativos, demasiados muertos. El Principado no quiso esperar más y el jueves día 12 anunciaba que suspendía las clases a partir del viernes “durante 14 días revisables, vista la evolución epidemiológica” explicaban. Adrian Barbón, presidente del Principado de Asturias, tomaba consciencia de la nueva realidad “estamos ante un momento trascendental de nuestra historia. Apelo a nuestro patriotismo, a nuestro orgullo de asturianos para estar a la altura y ganar la batalla”, anunciaba. Con la vista puesta en ello, se tomaba la dura decisión de cerrar todos los establecimientos que no fuesen básicos. Decíamos adiós a los restaurantes, bares, tiendas de ropa y calzado…. Y, en nuestras calles, sólo veíamos abiertas tiendas de alimentación y farmacias.

Al día siguiente, domingo 15 de marzo, España entraba en estado de alarma (los asturianos llevábamos 24 horas de confinamiento). Todos bajo el mando único de estado español. Se limitaban nuestros movimientos, pudiendo salir de casa sólo para trabajar y comprar alimentos, se redujo el transporte público y las fuerzas de seguridad se encargaban de que todos cumpliesen las normas de la nueva situación. Comenzamos a resistir, adecuándonos a una nueva vida en la que todos estábamos en casa el mayor tiempo posible, y comenzamos a salir a las ventanas a las ocho de la tarde en un gesto lleno de cariño y gratitud a nuestros sanitarios que se convirtió también en una forma de hacer vecindad.

Mientras, en calles solitarias, comenzábamos a encontrarnos algunos imprudentes y se ponían las primeras sanciones. Los datos de contagios aumentaban y sumábamos fallecidos. Los investigadores asturianos desarrollaban un respirador por impresión 3D y veíamos alguna luz de esperanza. Se cumplía la primera semana del Estado de Alarma.

Test PCR efectuados en el Ayuntamiento de San Martín.

En la primera línea de lucha los centros hospitalarios comenzaban a sufrir contagios y carencia de algunos materiales. Los pacientes no dejaban de llegar y a pesar de todo eran atendidos. Volvíamos a adelantarnos y en horas se instalaba un hospital de campaña en el aparcamiento subterráneo del HUCA, gracias al trabajo del regimiento de infantería numero 3 de la Brigada Galicia con base en Cabo Noval. A finales de marzo las cifras negativas se disparaban, más de un millar de infectados y superábamos el medio centenar de fallecidos. Lográbamos no saturar las UCIS ampliándolas gracias, también, al apoyo de la atención primaria y el 112. Además, en Asturias no se dejaban de hacer test sumando más de un millar de PCR. Con la precaución por bandera en abril se iniciaba la adecuación del pabellón central del recinto ferial Luis Adaro de Gijón, con 144 camas que responderían a la demanda si la presión sanitaria así lo requería. Afortunadamente, y a día de hoy, no han hecho falta.

Comenzamos a ilusionarnos con ese lema de ‘todo va a salir bien’, y en eso estamos. El camino ha sido duro y en él hemos perdido a trescientos asturianos. A ese dolor, sus familias han tenido que sumar el hecho de no poder despedirlos. Tampoco han podido despedir, de la manera que se merecen, a aquellas personas que fallecieron por diferentes causas durante el estado de alarma.

En contraposición y buscando la parte más positiva dentro del daño que nos ha traído esta pandemia están las iniciativas solidarias que no han dejado de multiplicarse desde que se decretara el estado de alarma. Muchas han ayudado a niños y mayores a pasar el confinamiento mejor; otras, en cambio, han sido destinadas a ayudar a los más vulnerables. Se han hecho mascarillas solidarias, se ha impreso en 3D material para los sanitarios y el personal de residencias de mayores, nos hemos ayudado en las compras, hemos acortado la distancia con la tecnología, hemos reído y también hemos llorado, hemos estado pendientes de nuestros vecinos…El virus ha cambiado nuestras vidas y aunque lo ha hecho de manera negativa es necesario encontrar un resquicio que nos permita sacar de él una enseñanza.

Ahora debemos seguir resistiendo. Puede ser que lo más duro ya lo hayamos pasado pero es nuestra responsabilidad mantener a raya este virus. Respetar las medidas de seguridad y continuar avanzado en la desescalada.