Atlas de Geografía Minera: En hombre que nos enseñó la vida de los nuestros

Gracies a Valentín Vega sé que tengo una sonrisa que se asemeja mucho a la de mi güelu Chuchu y que además el padre de mi padre para ir a las fiestas, verbenas o lo que se terciara vestía un elegante traje con corbata que no disimulaba lo tirillas que era. También sé que con sus colegas de El Entrego tenía una pandilla que se hacían llamar “La banda x” (esto me tiene loca) y que el 14 de agosto de 1942 era lunes y él, un guaje, se disponía a entrar, lámpara en mano, en el Pozu Sotón.

Gracies a Valentín Vega también sé que mi tía Victoria, a la que en casa llamábamos “Vitorina” era una de les moces más guapes de Santana. Bueno, en realidad eso no lo sé gracies a Vega. Me lo contó Kiko, un paisano del mi pueblu: “Era guapísima, la más guapa de la zona”. Lo que me enseñó Valentín Vega fue la prueba fidedigna de que así era. Una foto en la que mi tía, sentada sobre un prau con un vestido de rayas, que yo adivino azul y blanco, mira al infinito. A su lado están sentadas dos amigas y mi güela Menchu que ya os digo que no le iba a la zaga en cuanto a belleza.
Por cierto, que las instantáneas firmadas por Valentín en las que aparece mi susodicha güela Menchu lo que nos corroboran también es que lo que se hereda no se compra y la mi prima Alba, 70 años después, tiene un aire inconfundible (entiéndase “aire inconfundible” por “papos”) a la madre de su padre.

El trabajo del fotógrafo más famoso de la historia de El Entrego también me enseñó que Menchu mantuvo el mismo grupo de amigas hasta el final de su vida, las mismas con las que iba al baile para refrescar con mi güelu (que siempre se ponía a su lado en las fotos, “esti güevu sal quier”) fueron con las que, en los últimos años de su vida, jugaba la partida de parchís todas las tardes en el Café Camelot (un saludo de agradecimiento si leen estas líneas porque cuidaron muchísimo de ellas).

Gracies a Valentín Vega también conozco los primeros pasos de mi familia materna, llegada desde el Lejano Oriente asturiano a mediados de los cincuenta, a esta tierra minera que les dio trabajo, futuro y un humo que llevamos en el corazón todas sus generaciones posteriores.

Todo esto que os cuento lo hablo en primera persona pero que conste que, cambiando los nombres y los rasgos heredados, lo podría contar cualquier persona cuya familia haya vivido en la cuenca del Nalón durante los años 50, 60 y 70. Principalmente en El Entrego, pero no solo, también en Sotrondio, Ciañu… Porque el trabajo de Valentín Vega aunque se resuma en “fotógrafo” en realidad también podría calificarse como de notario, antropólogo, sociólogo, historiador… ¡Artista si me apuras!

El pasado mes de marzo se cumplieron 27 años del fallecimiento de Vega. En Facebook hay una página “El Entrego en blanco y negro” que va recopilando buena parte de su archivo. Es un grupo que comanda José Manuel Rodríguez Calleja (a este profesor jubilado le debemos casi tanto como a Vega el rescate de la memoria de lo nuestros) y en el que hace unos días aparecía un fotomontaje con una foto de Vega superpuesta, a modo de mural, en el hueco que dejó el derrumbe de su estudio, hace ya años. Me dio pena, y sé que no soy la única, saber que era un montaje y no una realidad. Por eso espero que sirva esta humilde página de periódico (el dibujo de Alfonso es precioso, no me digáis) para que desde el Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio cojan la idea y la hagan realidad. Y que esa pared de un estudio en el que se hicieron papel tantas vidas, honre al hombre que un día, cuando haga ya treinta años que falta tu güelu, te recuerde que, aunque nunca antes te hayas dado cuenta, tu sonrisa es igual que la de él.

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