El último bastión minero del Nalón cierra sus puertas

El 28 de diciembre se colgaron los “lámparas”en el Pozu Carrio poniendo fin a más de doscientos años de historia

Finalizada la Guerra Civil Española el poeta Pedro Garfias describía una “Asturias verde de montes y negra de minerales” cimentando las bases de lo que, posteriormente -y de la mano de Víctor Manuel – se convertiría en un segundo himno para la región. Hoy, la tierra que hizo que el poeta girará su cabeza para mirar hacia el norte es menos negra y menos luchadora, pues tras una “tercera partida” ha sucumbido, finalmente, a una “muerte anunciada”.

Con el cierre del Pozu Carrio, ubicado en el concejo lavianés, se pone fin a más de siglo y medio de explotación del carbón en las cuencas. Un cierre que a diferencia del que se vivió en María Luisa hace tan sólo dos años, fue efectuado sin mucho ruido y sin ningún tipo de acto sindical o representativo de los trabajadores. Tan sólo caras alargadas y entristecidas de aquellos que entraban en el que sería el último turno de la vida de esta mina que, quiso la casualidad, ha coincidido con un 28 de diciembre cual macabra broma del “día de los inocentes”.

Durante este tiempo no han faltado las loas y los golpes en el pecho de los diferentes grupos políticos presentes en la Junta General del Principado y el gobierno central que han sabido echar “balones fuera” sin hablar, eso sí, de su participación en el desmantelamiento de la minería a través de firmas y abstenciones. Tampoco, por supuesto, han hecho introspección ante el despilfarro de los fondos mineros y la falta de visión global de la situación. Si lo han hecho, por contra, las redes sociales. Verdaderos espejos del sentir general la frase de “entre todos la mataron y ella sola se murió” se repite como un mantra en el que se mezcla el hastío y la rabia de quiénes siempre esperaron, al menos, por una reconversión efectiva.

Último relevo de trabajadores del pozo Carrio.

Las minas asturianas, que llegaron a dar trabajo de manera simultánea a más de 50.000 trabajadores, también contribuyeron a la creación de tejido industrial y comercial que permitió el máximo desarrollo de las comarcas. Fue tal el auge del sector que los propios trabajadores de la comarca no eran capaces de cubrir los puestos de trabajo que surgían al amparo de las minas. Las cuencas se convirtieron entonces en tierra de acogida para extremeños, andaluces o gallegos, pero también para inmigrantes de países cercanos como Portugal que acudieron a la llamada de un sector a todas luces floreciente. Un maravilloso “amestamiento” que forma parte del ADN de las cuencas desde hace más de cincuenta años. Algo que, tras el cierre de la última mina del valle, también podría llegar a perderse.

Lo que hoy estamos viviendo es esa “muerte anunciada” que llegó a través de misiva en el 2016 sumándose al grave problema que afrontaba la comarca del Nalón y por extensión el resto de las zonas mineras. La reconversión industrial había fracasado y, ni de lejos, se habían conseguido los resultados esperados. Casos como el de Venturo XXI y Ornalux, que juntos sumaron más de dos millones de euros procedentes de fondos mineros, son ejemplos claros del expolio empresarial que llegó al calor de las subvenciones sin generar estabilidad económica. Una situación nefasta que también tiene mucho que ver con las llamadas “leyendas urbanas”. Jóvenes que, ante las sorna de aquellos dispuestos a negar la mayor, aprovecharon las recientes carreteras construidas con fondos mineros para poder salir de nuestra región con paso firme. Sin probabilidades de futuro, la gran mayoría no volverá.

Las cifras de despoblación en el valle hablan por sí solas. En comparación con el censo de 1998 solo Sobrescobio tiene un saldo positivo en relación al número de habitantes habiendo crecido un cinco por ciento como consecuencia de su apuesta por el turismo rural. El resto de municipios, por el contrario, han experimentado elevadas mermas de vecinos. En este sentido el más afectado es San Martín del Rey Aurelio que tiene 16.584 habitantes, un 23,7 por ciento menos que en 1998; seguido de cerca por el concejo casín que ha disminuido su población en un 23, 2 %.  Langreo es el tercer concejo donde más ha bajado la población ( un 18,9 %) ; y en Laviana  hay un 10,9 por ciento menos de personas que en 1998.

En los últimos años el sector ha dado trabajo a 1200 personas, de los que 997 pertenecen al sector minero y administrativo, 100 son de la filial Fusba y 39 de la sociedad Sadim. Sólo 140 mineros podrán optar por edad y tiempo de cotización a las prejubilaciones lo que deja en el aire el futuro de los otros 857. Tras el cierre de Carrio (Llaviana) y Santiago (Ayer), Hunosa mantendrá activo el pozo San Nicolás con el objetivo de abastecer de carbón a la térmica de La Pereda. También permanecerá en funcionamiento el lavadero del Batán en el que se ha acordado implantar nuevas líneas de actividad en el marco de la diversificación y reactivación que pretende llevar a cabo la hullera pública. Los sindicatos han negociado por un lado el tratamiento “no traumático de los excedentes” y por otro un plan industrial hasta el 2027. Además se apoya para que los trabajadores de las subcontratas sigan trabajando para la compañía pública aunque no hablan de “en qué condiciones, dónde ni por cuánto tiempo”. Precisamente han sido estos últimos los que a raíz de  la situación de incertidumbre que se estaba viviendo han tomado la lucha por bandera y protagonizado el que, tiene visos de convertirse, en el último encierro en el pozu. Ocurría en Santiago durante las jornadas previas a la Nochebuena y finalizaba “ante las presiones ejercidas”, tal y como indicaron los compañeros que se congregaron frente al castillete.

En el recuerdo quedan los días de “familia minera”, el sentimiento de arraigo. Las voces de los expatriados que sentían como suyo cada piedra en el camino. Que sufrían con el incendio en Modesta, con el accidente en León donde seis mineros perdían la vida en el pozu Emilio del Valle, con las movilizaciones del 2012. Aquellos que siempre tuvieron la vista fijada en estas cuencas, quizás con el deseo callado de volver. Y nosotros, los de aquí, los que permanecemos “firmes sobre roca firme” sabiendo que otro futuro, si bien incierto, es necesario.

Castillete del Pozo Carrio. Foto: Monchu Calvo