“Nunca me he puesto límites porque mi madre siempre me trató como un niño más. Si te caes te levantas”

Adrián Castro tiene 22 años y vive en La Felguera. Debutó en la Selección Española de fútbol para Amputados hace dos años. Ahora, además de continuar jugando a fútbol también ejerce como entrenador mientras que prepara sus oposiciones a celador. Nunca ha encontrado problemas en su discapacidad y parece que, por encima de sus cualidades deportivas, sobresale una gran persona.
Adrían Castro, jugador de la Selección Española de Fútbol para Amputados, en La Felguera

-¿Cuándo empezaste a jugar a fútbol?

-De pequeño, con la pandilla del colegio.

-Era un problema jugar a fútbol con ellos?

No. Ya me conocían desde la guardería y entonces fue mucho más fácil adaptarme y seguir jugando con ellos como si fuera uno más.

-¿Dónde has encontrado más barreras: en el futbol o en la calle?

-En la calle, porque no siempre está todo tan adaptado. En el futbol es siempre lo mismo, pero en la calle un día te puedes encontrar una barrera que antes no estaba ahí.

-¿Cómo empezaste a jugar en Lada?

-A través de unos amigos que me dijeron que habían visto un reportaje de gente como yo. En este caso mis compañeros de hoy en día que se llaman Mickel, Gus y Zacarías. Estaban buscando gente para conseguir hacer la primera selección española de fútbol para amputados. Como yo siempre había querido jugar al futbol me presenté en las pruebas que había que hacer. Fui ahorrando con los regalos que me hicieron por cumpleaños y demás, y compré un billete para ir a Barcelona. Pasé las pruebas y entré en la selección. Nuestro primer torneo fue en Barcelona y cuando vine me di cuenta que esto iba a ser más grande. Corriendo solamente no podía entrenar.

Adrián durante la entrevista con nuestra redactora Bibiana Coto

Estábamos tomando algo en un bar salió este tema y el padre de uno mis amigos dijo que iba a hacer una llamada. A los cinco minutos me dijeron que ya podía jugar con el Lada y desde entonces hasta hoy. Ya van hacer dos años casi.

-Si siguieras jugando a fútbol, por edad, ¿dónde tendrías que ir?

-A regional. Yo con un equipo de juvenil estoy más o menos en igualdad de condiciones pero en un regional, posiblemente, no aguantaría sus entrenamientos. No es tanto por edad si no por el nivel de exigencia físico.

-Se podría crear un equipo regional de amputados.

-No creo que se pudiera. Somos unos veinte en la selección y es difícil crear un equipo regional porque las personas pensamos en ser el mejor y no tanto en intentarlo y saber si te va a gustar. En un equipo así, gente como yo, podría aprender mucho más.

-¿Cuántos años lleva la selección?

-Dos años hizo en enero.

-¿Cómo es el apoyo de las instituciones?

-Estamos luchando todavía por ello. Parece que las cosas están bien encaminadas pero de momento no tenemos ese apoyo.

-Entrenas con el equipo de Lada, como se gestionan los entrenamientos comunes.

-Cada uno entrena por separado con otros equipos. Después, cuando llega un partido el entrenador nos convoca un mes antes y hacemos una concentración.

-Una concentración al estilo de la roja..

(Se ríe) Pues no. Como te decía antes no tenemos tanto apoyo económico de las instituciones. Allí nos pagan el alojamiento, pero la comida y el desplazamiento lo tenemos que pagar nosotros. Normalmente vamos a albergues donde podemos preparar las cosas nosotros. Hacemos nuestro desayuno, limpiamos los platos, hacemos las camas y después vamos a entrenar. Como además no es lo mismo tener la concentración en un punto que en otro, intentamos equiparar lo que cada uno paga de viaje a dividir entre los demás. Por ejemplo, si la concentración es en Santander y vienen desde Tarifa, yo pago un poco más para que los que vienen de tan lejos no tengas que asumir tanto coste, o la inversa.

-¿Cómo se organiza el fútbol para amputados?

-Entra dentro de la UEFA. Tenemos cada dos años un mundial y entre ellos se hace algún torneo de selecciones que es, más o menos, lo que consideramos un europeo.

-Antes hablábamos de barreras arquitectónicas. ¿Existen también barreras mentales?

-Sí, claro. El ejemplo más sencillo que te puedo poner es el de un niño que te encuentres por la calle. Los niños son muy inocentes y lo expresan todo tal cual. Si tu le dices que juegas a fútbol y te ve con muletas piensan que no puede ser. Que es imposible. Ellos asimilan que los jugadores de fútbol son de otra manera. Porque para ellos el fútbol es para gente con dos piernas y no con dos muletas.

¿Has practicado más deportes además del fútbol?

-Sí, estuve haciendo piragüismo. Y también he jugado a front tennis con mi hermana y mi padre.

-¿Alguna vez te pusiste algún impedimento a ti mismo o tuviste barreras mentales?

No, todo ello gracias a mi madre que me educó como un niño más. El pensamiento de mi madre era que si yo me caía, me tenía que levantar porque era como cualquier otro niño. Te levantas y ya, por tu propio pie. No me podían ayudar. Ella decía que era un niño como todos los demás y que no tenían que ayudarme. Que me tenía que levantar yo. Y así con todos los problemas que pudiera tener.

-La selección de amputados no es muy conocida, y tampoco sabemos muy bien cómo funciona. ¿Cómo os igualáis físicamente?

-Jugamos a futbol siete. A los porteros les falta una mano para estar en igualdad de condiciones y además meten el brazo por debajo de la camiseta para que no se beneficien frente al rival porque el grado de minusvalía puede ser mayor o menor. No es lo mismo que te falte solo la mano, que podrías pararla igualmente, a que no tengas el brazo en sí. Los jugadores llevan muletas, y no se pueden aprovechar en ningún momento de ellas porque si no sería considerado mano. Otra cosa es que involuntariamente el balón toque en ella.

-Y ahora te dejo yo que cierres la entrevista haciéndote casi de entrevistador. Llámame vaga. ¿Alguna pregunta que nunca te hayan hecho?

-(Se ríe) El tema de las botas.

-Uff. Me da mucho apuro…

-No. No pasa nada. Para ti puede ser algo incómodo pero para mi es parte de la vida cotidiana. Como son caras y coincido en gusto con un compañero, nos apañamos entre nosotros. Con el calzado el zapato que no me vale lo doy a una ONG. Porque quién me dice que no hay otro chaval que lo necesite en algún sitio de África, por ejemplo. Ellos no tienen tanta suerte como yo.

-Problemas para hablar sin tapujos veo que nada ¿no?

-Que va. Ninguno.