Atlas de Geografía Minera: La Carbonera manca

Este pasado mes de febrero hizo un año que La Carbonera de Sama está manca. Faltai, a la probe, una mano, encima la derecha, con lo jodido que ye eso para una curranta como ella. Desconozco si las autoridades competentes en la materia están haciendo las oportunas gestiones para que uno de los monumentos más reconocidos del Parque Dorado, si no el que más, recupere la mano que se le cayó porque tenía que caerle, que los años pesan también en la piedra, y porque unos guajes andaban jugando por allí a subirse y bajarse como si fuera un columpio. (No los critico, son guajes y lo que tienen que hacer ye pensar que la vida ye un columpio o un simpático tobogán, ya descubrirán con el tiempo que en realidad es una montaña rusa y, por momentos, un tren de la bruja en el que alguien con careta se dedica a darte escobazos). Desconozco, como os digo, si se ha puesto en marcha la maquinaria política para que la Carbonera recupere su mano, pero espero que sí, porque darle a nuestro patrimonio y nuestra historia la importancia que precisa como base para el futuro. Siempre que preguntan: ¿Qué va a ser de las cuencas mineras ahora que no hay mineros? Digo: Para empezar, se nota mucho que no vas a las cuencas, porque mineros hay por todas las esquinas. Y para seguir, pues supongo que nuestro destino se parecerá más al de otros pueblos sin una marca tan permanente como la de la ceniza, pero eso ya se verá, todavía no es para ahora.

El monumento de La Carbonera de Sama, por si no conocéis la historia, en realidad es un homenaje a Luis Adaro, un hombre que hizo muchas cosas por Asturias en general y por las cuencas mineras en particular. Quiero pensar que a que, a él, que dejó la carrera segura de funcionario para adentrarse en los oscuros valles carboníferos del Principado, hasta le haría gracia que su escultura sea conocida, más de un siglo después, gracias a una mujer anónima y no por su insigne busto de mármol que la corona. Y bueno, si a él no le hace gracia, porque al fin y al cabo este hombre no deja de ser un señor del siglo XIX, con todo lo que eso significa, pues nos la hace a nosotros.  Sirva este relato que va a continuación como homenaje a todas las mujeres anónimas que en estas cuencas mineras sostuvieron las casas las familias y la dignidad, con la fuerza de sus manos (aunque a veces se las quisieran arrancar) y en especial a Pilar, una de las últimas carboneras, si no la última, que quedaba en la Hueria Carrocera y que falleció hace semanas. Ella guardaba la memoria de las mujeres que se habían roto dedos, habían llorado de impotencia y habían trabajado como jabatas para que nadie les pudiera chistar.

Ahora está en nuestra mano (espero que también en la de La Carbonera), “puchar” para que no se olvide su legado.

Ah, y también para animaros a todas y todos a participar el próximo 8 de marzo en la manifestación que se va a celebrar en Mieres con motivo del Día de la Mujer. Porque al final, no sé lo que será de las cuencas mineras dentro de unos años, pero ahora sé que aquí hay muchas personas que saben y defienden que sin una igualdad real que entre otras cosas permita a los hombres hacerse cargo de los cuidados de los suyos sin que por ello sean juzgados o sancionados, no habrá una sociedad justa. Que a las Carboneras se las conozca por ellas mismas, no porque sostienen el busto de un prohombre.