U de unión

Pablo levantó la vista del cuaderno al intuir que una marabunta se acercaba a él. Eran ellas. Las niñas. Caminaban decididas hacia la esquina del patio donde se sentaba a dibujar desde que un esguince le impidiera practicar gimnasia en el Colegio. Sintió miedo al ver los ojos fijos de María en su libreta e instintivamente la guardó dentro del abrigo.

-No la guardes. Te necesitamos a ti y a tu libreta.

María se agachó para ponerse a la altura de Pablo. El resto de niñas los rodearon de pie. Y entonces, ella comenzó a contarle el plan en el que estaban inmersas.

Milagros, la profesora de gimnasia, prohibía a las niñas jugar a fútbol. En vez de, como sus compañeros, aprovechar la última hora de clase del viernes, que coincidía con Educación Física, para jugar una pachanga, ellas se veían obligadas a jugar a la indiaca. Un juego “del Brasil ancestral”, en palabras de la propia Profe Milagros, que consiste en golpear con la mano una pelota gigante de plumas. Además, a juicio de las pequeñas, también era “una muerte lenta por aburrimiento”.

-¡Estamos hartas, Pablo!. Hartas del plumacho este de mierda. Queremos jugar al fútbol con los chicos y vamos a ir a la huelga.

-¿Huelga?

Laura interrumpió a María cuando arrancaba a hablar.

-Es muy fácil Pablo. O la Profe Milagros nos deja jugar al fútbol o nosotras no estudiamos más.

Pablo titubeó, se levantó poco a poco y con la libreta otra vez en la mano señaló hacia la cancha donde los niños, ajenos a la revuelta femenina, daban patadas al balón.

-¿Ellos saben algo?

Casi todas las niñas giraron su vista hacia el terreno de juego.

-Aún no. Tenemos que pulir bien la estrategia. Hay que llegar fuertes a la negociación.

Pablo miró a su amiga María con extrañeza. No conocía esa faceta suya de líder sindical. Sin lugar a dudas debió haberla heredado de su madre, Elvira.

-¿Y para qué os puedo servir yo y mi libreta si no es indiscreción?

María volvió a tomar la palabra para avanzarle pasos del plan a Pablo. Lo primero antes de ir a la huelga, ella misma se lo había preguntado a Elvira, tenía que ser formar un sindicato para que la convocatoria de huelga fuera legal. Bien, pues ya tenían siglas. Se llamaban “UNIÓN”, o lo que es lo mismo Unidad de Niñas Indignadas Ofendidas y Negativas. Ahora necesitaban un logo y ahí entraban Pablo y su libreta. Él era el niño que mejor dibujaba ya no de su curso, de todo el colegio, y querían que se lo diseñara. “UNION, con letras grandes y debajo el nombre completo, que se vea bien…”, le había apuntado María.

-Uf… No sé. Me ponéis en un aprieto. No quiero hacer nada sin consultarlo antes con ellos… -musitó Pablo.

-¡Eres un cobarde! -le gritó Laura a la que María contuvo con la mano cuando se acercaba a gritarle a Pablo a la cara y el resto de niñas cerraban un poco más el círculo.

-Dejarme a solas con él, por favor. -les dijo María y todas, al ver la mirada afirmativa de Laura se apartaron.

María se arrimó a su amigo, le miró la escayola.

-¿Te duele?

Pablo volvió a ver frente a él a su amiga de siempre.

-¿Sabes que sí que voy a hacerte el logo de tu sindicato, verdad María?

-Sí, lo sé.

Para cuando tocó el timbre, Pablo ya tenía el boceto en su libreta. Arrancó la hoja y se la dio a María. Con las 125 pesetas que juntaron entre todas se acercaron a la librería de Maripaz, que tenía una fotocopiadora ultimo modelo, traída de Alemania, se decía. Posaron las monedas sobre el mostrador.

-Nos da para 25 copias, Maripaz, pero necesitamos que nos hagas 32. Te dejaremos a deber siete copias, es decir, 35 pesetas.

La dueña de la librería encendió el cigarrillo que tenía en la mano y aspiró.

-Más allá de felicitar a vuestro maestro Don Antonio por lo bien que os enseña las matemáticas- Maripaz cogió la hoja de libreta que las niñas le enseñaban- ¿Podríais decirme para qué es esto de… UNION?

-¡Unidad de Niñas Indignadas Ofendidas y Negativas! -gritaron todas a coro. Maripaz se rió tan fuerte que casi se muere después de un ataque de tos. La explicación de la huelga aún le resultó más fascinante.

Y así fue como Librería Maripaz se convirtió en la primera empresa patrocinadora de la historia de la humanidad de una huelga feminista.

Por cierto, el colegio fundó dos cursos después el primer equipo mixto de futbol base de toda la comarca.