“La curiosidad me llevó al mundo de la ciencia en general y al de la medicina en particular”

Ismael Huerta González es langreano, de Sama, y jefe del servicio de vigilancia y alertas epidemiológicas del Principado de Asturias. Es decir, es el responsable de una de las campañas sanitarias que más recursos humanos y materiales mueven en el Principado cada año: la de la gripe. Huerta llegó al mundo de la ciencia, asegura, por pura curiosidad.

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 La campaña de vacunación de este año empezó el 7 de noviembre y terminará a final de año. Usted ya lleva unas cuantas de este tipo. En todo este tiempo, desde su experiencia, ¿han cambiado mucho estas campañas?

Desde que se iniciaron las campañas de vacunación en 1987, las características básicas de las campañas de vacunación frente a la gripe son las mismas: proteger a las personas con mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave, vacunándolas a ellas y a las personas en contacto con ellas, incluyendo los profesionales sanitarios y de servicios sociales.

A partir de la pandemia de gripe de 2009, se han ampliado los grupos de personas consideradas de riesgo, y a las que se dirige la vacunación, insistiendo especialmente en la recomendación de vacunación de las embarazadas y de las personas con obesidad. También a partir de ese año se incluyó la recomendación de vacunación de determinados profesionales considerados como esenciales para la comunidad, como policías, bomberos, trabajadores de protección civil y salvamento marítimo y algunos otros.

Otro de los cambios importantes ha sido el paso a un sistema de compra centralizada nacional de vacunas desde el año 2011. Este procedimiento ha permitido una rebaja importante del coste de la campaña de vacunación, en torno a un 40%, pero a costa de una mayor complejidad de proceso administrativo de compra, que ha llevado a un cierto retraso en las fechas de inicio de la campaña.

Por último, y lo que más repercusión tiene de cara a los ciudadanos, es una cierta pérdida de confianza en la vacuna de una parte de las personas a las que se dirige la vacunación, derivada de las polémicas surgidas a raíz de la pandemia de 2009. Esto ha generado que se adopten actitudes de cara a esta vacunación basadas más en creencias y aspectos emocionales que en la realidad de la ciencia.

Gente mayor, con enfermedades crónicas, con problemas de respiración. Son algunos de los grupos de riesgo a los que se les recomienda vacunarse contra la gripe. Y son también grupos de riesgo muy presentes en una zona como la Cuenca del Nalón. ¿Está concienciada la población de las zonas mineras de ello? ¿Qué grupos de riesgo son los menos concienciados a la hora de vacunarse?

La Cuenca del Nalón siempre ha presentado coberturas de vacunación un poco mayores que la media de Asturias, y creo que la historia minera influye bastante. Las personas mayores de la cuenca, y sus familias, han convivido con los riesgos para la salud relacionados con la minería del carbón, como la silicosis, durante mucho tiempo y están más concienciadas con la prevención de complicaciones de las enfermedades crónicas.

En general, las personas mayores de 65 años, que no tienen enfermedades crónicas, o que las tienen bien controladas, son las menos proclives a vacunarse, ya que consideran que no tienen más riesgo que los adultos más jóvenes. Sin embargo, la edad en sí misma, aún sin la presencia de una enfermedad crónica, supone un mayor riesgo de complicaciones derivadas de una infección por el virus de la gripe.

Ismael Huerta en un momento de la entrevista
Ismael Huerta en un momento de la entrevista

¿Qué le pasa por la cabeza cada vez que escucha en los medios de comunicación noticias sobre los pros y los contras de vacunar a los más pequeños?

Creo que el mundo que nos toca vivir, con la gran capacidad para difundir información de todo tipo que tienen los medios de comunicación social, tanto los más clásicos (prensa, radio y televisión) como las webs y las redes sociales, facilita que algunos grupos de personas difundan información manipulada y puedan crear todo tipo de “sectas”, entre ellas las que con la excusa de una vida más natural consideran que no deben vacunarse a los niños. El mar de información en el que vivimos requiere un cierto nivel de formación y de criterio para poder manejarla, o se corre el riesgo de dejarse llevar hacia ideas que no tienen ninguna base científica real. Por otro lado, un fenómeno conocido de las vacunas es que como funcionan tan bien pueden llegar a lo que se ha dado en llamar “morir de éxito”. Gracias a la vacunación de los niños se han conseguido prácticamente eliminar muchas enfermedades graves como el sarampión o la difteria, y las personas más jóvenes, crecidas en un mundo sin esas enfermedades, no tienen conciencia de su gravedad y se llega a cuestionar la utilidad de las vacunas. Las consecuencias de esta falta de confianza se ven cuando la proporción de niños vacunados baja y aparecen epidemias de estas enfermedades, con miles de enfermos y decenas de fallecidos, como se ha visto en los últimos años en varios países europeos.

¿Qué lleva a un chaval de Sama al mundo de la ciencia?

Para mí la respuesta está muy clara: la curiosidad. Una gran curiosidad por saber cómo funciona el mundo en general y, en mi caso, especialmente cómo funcionan los seres vivos. Y eso es lo que me ha llevado a la ciencia en general, y a la medicina en particular.

Mi padre era profesor de ciencias naturales en el instituto y un lector insaciable, y yo tuve a mí disposición muchos libros de ciencia que me gustaba leer para ir entendiendo el mundo. Desde pequeño siempre tuve una gran pasión por la lectura, especialmente por la literatura de ciencia-ficción, que me asombraba y me abrió la mente a posibilidades de la ciencia que, en mi infancia, eran meras especulaciones y ahora son realidades con las que convivimos.

Afortunadamente aún me queda capacidad para el asombro, tanto en el ámbito de la ciencia-ficción, como en el de los desarrollos de la ciencia actual y futura.