“Todo el mundo ama su lugar de infancia pero el carbón tizna y a mucha honra”

Sergio Montero delante del Pozo Entrego, donde tuvo lugar la entrevista
Sergio Montero estaba en Buenos Aires cuando estallaron las huelgas mineras del verano de 2012. No dudó en adelantar su billete de vuelta para encontrarse de lleno en plena vorágine de lucha. De aquel encuentro, tras cruzar todo un océano, salió el libro “Fundido a negro carbón”, un trabajo editorial sin ambiciones comerciales, pero realizado desde el cariño a un sector, a unas gentes y a una tierra: la minera.

-¿Cómo surgió la idea de hacer el libro «Fundido a negro carbón?

La idea surgió por casualidad,  quiero decir cuando hice las fotos no me imaginaba que terminarían en un libro. Más tarde envié una serie a amigos de la editorial Virus de Barcelona, me propusieron transformar esas fotos en un libro y de ahí emerge el proyecto editorial como tal que terminaría editando El pescador de agua dulce.

-¿Cuántas fotos surgieron a pie de barricada? ¿Por qué elegiste las
que elegiste?

-A pie de barricada surgieron unas cuantas porque las barricadas fueron generosas en número. Pero en este libro predominan más las imágenes de la “retaguardia” del conflicto (de los encerrados,  de los familiares, de las asambleas, niños, marchas..) que las de las barricadas o las de las batallas campales. No deseaba indagar sobre esa cara del conflicto minero que yo ya conocía bien y que además considero que siempre es la parte más “publicitaria”, que luego los medios muestran como el conflicto minero, distrayendo la atención de los verdaderos dramas humanos, a los que resulta más cómodo esquivar. ¿De que van a vivir ahora los mineros del pozo Santa Cruz que ahora están en la calle, sin indemnización y en el paro o los de las subcontratas o los de las minas que han despedido a sus trabajadores? Por intuición o por emoción, depende. Pero tenía muy claro que quería que fuese un libro de gente.
-¿Es el primer trabajo que realizas sobre las cuencas? ¿Será el último?

No, claro que no. Hace un par de años hice un trabajo sobre Las víctimas de accidentes mineros que al final no pudo ver la luz por falta de “guita”. Conseguir publicar o que te publiquen un libro de fotos hoy día es una locura. La cuenca minera, tanto por su pasado como por su presente tiene unas inmensas posibilidades narrativas debido a su historia, a su idiosincrasia y a sus gentes. Intuyo que no, que no será el último.

-¿Crees que las de 2012 si que fueron la últimas grandes movilizaciones mineras de estas tierras?

-No lo se, probablemente. Pero me imagino que no serán las últimas, habrá que ver el menú que nos tienen preparado” los mercados” para el futuro… Pero tengamos en cuenta que el sector en España ha salido debilitado, son menos mineros o serán menos los tengan que pelear. Habrá que ver si serán o no ruidosos. Habrá que ver si estarán unidos o no. Y habrá que ver si lucharán solos o junto a otros colectivos o sectores. El conflicto de 2012 fue un pulso muy duro que, lamentablemente, no se ganó y eso pasa factura.                                                                                                               

-¿Te enseñó algo la experiencia de estar tan al pie de la lucha?

Uno aprende cosas cada día, o al menos lo intenta, pero seguir de cerca un conflicto social tan largo te introduce en el corazón, en la parte más humana del conflicto. Y eso moviliza. Y lo que moviliza y emociona generalmente suele traer reflexión. Porque tienes que ser un “pecho frío” para no emocionarte cuando ves a la gente defendiendo su trabajo, su pan, dando la cara. Exigiendo dignidad, “braceando” para que los poderes no te avasallen (recordemos que se luchó para que se cumpliese lo pactado). Eso es un chute de vida para mucha gente, es una bocanada para “desrobotizarnos” y a la vez es una bofetada a la conciencia de muchos ciudadanos que asienten religiosamente al “Ye lo que hay”.

-¿Y qué estás notando de la gente ahora en la ronda de presentaciones del libro?

En las presentaciones lo primero que estoy observando es lo mucho que nos cuesta movilizarnos para acudir a citas culturales y eso que yo no tengo queja al respecto. El libro ha sido muy bien recibido y ha generado debate en sus presentaciones que era lo que se perseguía. En este momento se que ya hay alguno en Reino Unido y Bélgica.

El libro se editó y conformó fuera de Asturies y lo que más me interesaba era ver como lo recibirían los participantes, los protagonistas reales, la familia minera. Y eso me ha dejado muy satisfecho tras haber podido charlar con algunos en los pozos, o por las calles, o en los bares… Eso para mi es lo más grande.

-Has estado por toda Asturias. ¿Vas a presentar el libro fuera de la región?

Hemos estado de momento más en centro Asturias. Cuencas, Oviedo y Gijón. Y si, posiblemente se hagan algunas presentaciones fuera de Asturies, es una cuestión de tiempo. Cataluña, Buenos Aires..

-¿Por qué optaste por donar el dinero recaudado con la venta de ejemplares a sufragar los gastos a sancionados durante la lucha?

Como no! A mucha gente, a veces, se nos llena la boca hablando de solidaridad, (que es una palabra hermosa que debería ponerse más en práctica), y de cómo tendrían que ser las cosas. Luego, a la hora de la verdad te encuentras con que muchos de los encausados en el conflicto han sido sancionados con multas astronómicas a las que tienen que hacer frente como pueden. Los que quedaron peor parados son los que carecen de respaldo sindical. Ese es el castigo que impone el Estado al que protesta.

 

Si no ponemos en marcha inmediatamente una sociedad más solidaria que futuro conjunto nos aguarda en este tiempo dominado por “ los mercados”, la agencias de calificación y demás seres intangibles que nos gobiernan.


-¿Ser de la cuenca minera te hace ser como eres?

Por supuestísimo. Los de la cuenca siempre hemos llevado esa marca. Recuerdo cuando éramos chavaletes que ya en aquellas primeras incursiones en Oviedo o Gijón éramos reconocidos por el habla, a veces derivaba en burla, otras en pelea y las más, en saludo y cordialidad. Yo me crié frente al Pozu Entrego y creo que los que crecimos aquí cuando el carbón “reinaba”, vivimos en una realidad bien diferente a la de otra persona que se haya criado a tan sólo30 kilómetros. Aquí… como decíen los paisanos… “trabayóse muncho majo” y de cualquier manera… y  “pasaronse de tolos colores…”  Y eso marca, se lleva dentro y se convierte en tu mochila personal. Más, si perteneces a una familia minera. Creo que todo el mundo ama su lugar de infancia pero el carbón tizna y a mucha honra.