Atlas de Geografía Minera: ¿Por quién doblan las campanas en Ladines?
En Ladines
durante dos meses, por primera vez en dos siglos, dejaron de sonar las
campanas. La causa fue noble, había que rehabilitar el yugo, la pieza de madera
que sostiene a la campana y que es un elemento primordial para el
funcionamiento de la misma ya que, entre otras cosas, debe de aguantar grandes
tensiones cuando está volteando y que además tiene que tener un equilibrio
correcto es necesario para proteger también el edificio al que está anclada.
La “culpa” de que vuelvan a repicar las campanas en Llaínes la tienen los dos
carpinteros de Anzó, Rubén y Oliver. A ellos se les encargó la tremenda labor
de sustituir la pieza de madera. Un trabajo que les ocupó desde finales de
marzo hasta finales de mayo y que también contó con el buen hacer a la fragua
de Talleres Montes de Langreo.
Y ahí está de nuevo, en la espadaña que no sabe ser solitaria y que por otro lado tiene una de las mejores vistas que ofrece el Parque Natural de Redes (y eso, ya lo sabéis, es mucho decir), la campana que en Ladines como en muchos pueblos sirvió y aún sirve para anunciar muchas nuevas, que pueden ser buenas o no tanto. Porque existe el repique de ir a misa (tres toques), el que anuncia tormenta o fuego cercano al pueblo y el toque de muerto que es, como os podéis imaginar, es el más triste, con una cadencia tan trágica que no da opción a pensar que lo que se anuncia es bueno. Las campanas en las aldeas, también en las ciudades, hasta servían para explicar en qué hora del día se encontraban sus vecinos. Eso fue cuando se necesitaba que los hombres y mujeres llegaran puntuales al trabajo, es decir, fue “obra y gracia” del capitalismo feroz que no quería que los trabajadores se perdieran en las horas de asueto o más bien que se dejaran llevar por ellas.
San Pedro de Ladines es una iglesia del siglo XV. Considerada la más antigua del concejo de Sobrescobio, en el año 2017 sufrió una importante rehabilitación. Está adornada con la cruz de la Orden de Santiago, que rigió el municipio hasta mediados del siglo XVI, cuando los vecinos compraron su libertad gracias a una vela que se negó a apagarse en el último momento. Pero eso es otra historia, si queréis otro día os la contamos.