Atlas de Geografía Minera: El alcalde del que todos hablan
Aníbal se fue siendo consciente de lo mucho que le quería la gente. Lo que no sé es si alguna vez imaginó que su despedida iba a estar cargada de la emoción, el respeto y la alegría triste, o viceversa, (sí, así fue, después os lo explico) que llenaron todos y cada uno de los momentos de su capilla ardiente, de la salida del féretro del Ayuntamiento, del circular lento de la funeraria que se perdió entre la multitud camino del crematorio. Los que estábamos allí y le conocíamos (de oídas, de trato, de cariño, por trabajo, de la mina, del asociacionismo…) nos preguntábamos en ese momento, cuando el coche que llevaba su caja desaparecía por el final de la calle Teodoro Cuesta, si sería verdad eso de que nunca más íbamos a verle.
Nos equivocábamos. Le seguimos viendo.
Fue la suya una muerte tan inevitable como la vida.Y, aquí va la explicación que os prometí, Lo de la alegría triste o la tristeza alegre.
Lla tristeza de confirmar que Aníbal ya no estará ahí se mezcla, desde el pasado 12 de noviembre, con la alegría de haberlo conocido y respetado, de ver ahora que son muchos los que giran su mirada y su interés para conocer quién fue esi paisano del que todos hablan… Aimar Bretos en el programa “Hora25” de la Cadena Ser, la vicepresidenta Yolanda Díaz en el Congreso de los Diputados el día de una de las investiduras más broncas que se recuerda; y tantos más…
¿Pero quién es ese Alcalde de Mieres del que todos hablan?, debieron de preguntarse muchos al oír mencionar el nombre de Aníbal Vázquez los días posteriores a su muerte y entierro en semejantes púlpitos mediáticos. Y sé que se lo cuestionaron muchos porque algunos de ellos, de distintos lugares y condiciones, me hicieron la pregunta directamente a mí. ¿Quién era?
Responder parece fácil hasta que te pones a hablar y resumir su figura y su manera de ser en unas pocas frases se hace imposible.
Era un paisano. Directo, sonriente, mierense, sportinguista, güelu de dos neños a los que adoraba y porteru de fútbol. Era, claro, muchas cosas más, una “rara avis” ya no solo en política, en la vida. Y como tampoco era perfecto, porque nadie lo es, eran sus imperfecciones lo que lo hacían humano y por tanto aún más digno de admiración. Porque no, Aníbal no era un extraterrestre. Había nacido en Ujo y quedó huérfano de madre muy pronto con un padre enfermo de silicosis y un hermano al que sus excesos marcaron desde muy jóven un destino fatal. Su barrio de San Pedro, donde se crió, fueron hogar y familia. Tienes que nacer con un carácter imponente para sobreponerte de los reveses de una infancia dura y una juventud en un trabajo como la mina. Él lo tenía. Eso y además un aura inexplicable que solo tienen los elegidos, no sabría deciros “elegidos” por quién, pero ahí están. Aníbal es una persona capaz de coronar la caja que lleva sus restos con una bandera de la República y que hasta los que están más allá de lejanos que las antípodas políticas del de Mieres se cuadren ante ella para presentarle sus respetos. Parece una tontería pero tal y como está el patio en este país, que de todo se hace bronca no lo es.
Y es ahí, en la admiración ganada a pulso, donde seguimos viéndolo. *Le digo a Zapico: “Voy a escribir de Aníbal, aunque no sé, como ye de la otra cuenca” y me responde: “Aníbal es patrimonio BIC de les 2 cuenques”. Así que aquí el humilde homenaje de este “atlas minero” para él.