10 años de marcha minera, ejemplo de lucha obrera

Llegada de la marcha minera a Madrid la noche del 10 de junio de 2012.

El corazón de las comarcas mineras asturianas se nutre de las entrañas de la tierra regadas con la sangre de cientos de vecinos. Tras años siendo el impulso de Asturias, en la actualidad están asumiendo un futuro negro y efímero, con un carbón que ya no nos deja seguir siendo el motor de la región. Mientras, miles de mineros y sus familias recuerdan diferentes episodios, en especial la ‘marcha negra’ que en 2012 llevó la protesta minera al corazón de Madrid, algo inolvidable para quienes la convirtieron en un símbolo de la lucha obrera y de su triste e incierto futuro. Una lección de dignidad para un país en el que hoy el sector del carbón es casi inexistente.

La marcha minera de hace diez años comenzó el 22 de junio. Los mineros asturianos estallaron tras protestas, enfrentamientos, y encierros en los pozos. Al final llegó la gran marcha. Unos ochenta mineros salieron de Mieres para caminar 450 kilómetros y llegar a Madrid veinte días más tarde. Se pretendía dejar claro al Gobierno de Mariano Rajoy el rechazo al recorte del 63% a las ayudas a la extracción de carbón, una decisión que, según advertían entonces los sindicatos, supondría el fin de un sector que sostenía unos 4.000 empleos directos en quince centros de trabajo en las cuencas del Nalón, el Caudal y el suroccidente. 

Marcha de los mineros por la capital de España.

Una gesta que finalizaría en una manifestación el 11 de julio en la capital, en la que participaron tanto los mineros asturianos como los integrantes de las columnas que habían partido el mismo día desde las provincias de León y Teruel. Alrededor de cien mil personas reclamaban al Gobierno más vida para el carbón nacional. No fue posible, ni ese gobierno ni los que le precedieron fueron capaces de dar esperanzas a unas comarcas en declive. Hay hechos que marcan una vida, la asistencia a aquella manifestación multitudinaria superó las previsiones más optimistas de los sindicatos, cuyos afiliados nunca habían imaginado cómo les recibieron a su llegada al centro de Madrid la noche anterior. Se había creado la ilusión de recuperar las ayudas pero no se consiguió. Los mineros sí lograron despertar a toda España, trasladando un mensaje de dignidad y lucha obrera, de defensa de unos puestos de trabajo y de las comarcas mineras.

Manifestación multitudinaria por las calles de Madrid.

Una vez más ese corazón minero logró demostrar que cuando la minería se une y lucha, despierta a un país. Después de aquella marcha, imbuidos por su espíritu, vinieron las mareas de sanidad, educación y demás. Los mineros una vez más dieron una lección de lucha a todo un país, aunque resultase prácticamente una lección casi infructuosa.

La marcha, que transcurrió mientras varios mineros permanecían encerrados en los pozos y en medio de una huelga indefinida en el sector que se prolongó más de dos meses, no evitó el cierre de la mayoría de los yacimientos asturianos, fijado para el 31 de diciembre de 2018, pero dio a los trabajadores del carbón un mejor plan social y se ganó tiempo para que las comarcas mineras fuesen buscando otras salidas, estabilizar el empleo y buscasen alternativas. Pero la ruptura se consolidó y la minería se fue arrinconando con el cierre de la mayoría de los pozos. Actualmente no hay ninguna actividad que cubra el empleo que se pierde, año tras año, en la minería y se consolidó la deuda histórica que existe con estos territorios.

Una de las múltiples manifestaciones a favor de la minería que se sucedieron en 2012. Foto: Lujó Semeyes

Mirando hacia atrás y recordando, los mineros consideran que mereció la pena, se hicieron oír y creen con firmeza que de no haberse producido esa macha, el cierre de la minería hubiese sido mucho más rápido. Se luchaba por el beneficio y el futuro de toda una comarca, hoy envejecida y en constante retroceso que lleva años esperando por una reconversión que no llega. Un inaceptable declive que comenzó mucho antes de esa última gran marcha minera, y por el que los habitantes de estas comarcas no han dejado de luchar y de reclamar políticas que les hagan soñar con un futuro para sus hijos, algo de lo que aún no desisten pero que muchos reconocen que cada vez ven más lejanos. No hay proyectos que generen empleo estable, y muchos pueblos se han ido apagando mientras se pierde población debido a esa falta de ilusión por un futuro en el Nalón y en el Caudal, dos valles que han aportado al crecimiento de la región mucho más de lo que nunca se les podrá devolver. Aunque en ocasiones esta percepción parece que sólo la tienen los que viven en estos territorios, los que pagaron con la viva de familiares y los que siguen resistiendo viviendo en los pueblos mineros y luchando para que nadie se atreva a pensar que algún día podrá olvidarse que en las cuencas mineras se forjó el futuro de Asturias y de gran parte de España. Las cuencas seguirán resistiendo y luchando aunque las políticas sólo les den ilusiones y sean incapaces de crear expectativas reales de futuro.