Atlas de Geografía Minera: El Coro San Andrés y la pasión por axuntase

Imagínense la escena. Inauguración de la Feria de Muestras de San Martín del Rey Aurelio (Femex) en el polideportivo de El Florán, en la parte blimeína de uno de los parques más guapos, todo sea dicho de paso, de la cuenca del Nalón (por cierto, ya que estamos, si algún día alguno de los que manda quiere repetir la iniciativa de playa fluvial que tan bien le viene a Laviana, El Florán es el sitio indicado… Como idea). Recapitulo… Imagínense la inauguración de Femex en una tarde de viernes de principios de septiembre y lloviendo de hace ya… taitantos años. El lugar es un continuo ir y venir de políticos que cortan cintas y cuentan sus cosas, de comerciantes que dan los últimos retoques a sus expositores, de invitados que, por lo que sea, están allí y de periodistas que como es viernes por la tarde y llueve lo único que quieren es que la cosa vaya rapidita “a ver si acabamos pronto” (por si a estas alturas aún no lo adivinaste, sí, la periodista con prisas soy yo).

Y de repente, sobre todo el ruido se elevan unas veinte voces roncas y graves de otros tantos paisanos que cantan: “Habanera salada,/ navegando en las olas/ como las golondrinas, como las caracolas,/ tu sonido es embrujo y te quiero cantar,/ habanera salada como el agua del mar”. Me giré para verlo bien y centrarme en lo importante que en ese momento eran las voces que entonaban el sonido candente de una habanera, porque a mi no hay cosa que más me guste en esta vida que una canción popular. Distingo a la agrupación porque la dirige el mi amigu Marcos Torre. Es el Coro San Andrés “Sergio Domingo” de El Entrego. Y me voy acercando a ellos como llevaba en volandas por ese ir y venir de las olas que es la canción que interpretan. Ya no me acuerdo que es viernes, que llueve y que hace diez segundos tenía prisa por marchar.

La escena es esa, sin más, y pensarás: “Menuda tontería” pero no lo es. No lo es si viene a mi cabeza cuando pienso en la coral entreguina y escribo estas líneas para honrarlos a ellos y también, ya de paso, a todas las personas que forman parte de los coros en las cuencas mineras. Porque estos grupos son mucho más.

Los integrantes de estas agrupaciones son los auténticos guardianes de canciones que si no fuera por ellos se olvidarían,, de melodías que nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos.

Y, repito, si no fuera por sus voces y por ese interés suyo por seguir, seguramente se perderían en el olvido.

Cantar en un coro no es solo ensayar y subir a un escenario atendiendo a las manos del director. Pertenecer a una de estas agrupaciones, implica de alguna manera un modo de vida que promueve compartir momentos y vidas más allá de un concierto, y de cantar, cantar casi siempre ( y si no, buscad a los miembros del Coro San Andrés después de los ensayos en la sidrería El Zamorano de El Entrego, ya veréis de lo que es hablo).
La coral tiene, lo puse al principio, tiene una denominación más larga que la que le da el patrón entreguín. También es “Sergio Domingo”, el nombre de un hombre que aportó mucho a la música asturiana y que falleció el 28 de mayo de 1977, justo el día en que el Coro San Andrés le iba a ofrecer un homenaje que después sería póstumo y ahora ya es eterno.
Domingo fue, por ejemplo, el compositor de una canción que resume en apenas siete versos lo que es un coro. Y dice: “Axuntábense, axuntábense,/ mozos muy gayasperos/ que a más de beber,/ cantaben,bailaben y animábense”.

Aquella tarde de viernes y lluviosa en Femex que me trajo la “Habanera salada” del Coro San Andrés no se me olvidó a mi y os aseguro que a Marcos Torre, el director, tampoco porque cuando salimos a tomar un culete y se nos calienta el picu y el gargüelu, se la pido siempre: “¿Cómo ye esa salada?”. Y sí, me la canta…

El Coro San Andrés anda de doble aniversario. En 2024 celebra las “bodas de oro”. 50 años de canciones. Y sus Encuentros con la Música, que fueron en octubre, cumplieron 25. Sirvan estas frases para felicitarles a ellos en particular y a todos los coros en general.

El caso es seguir celebrando y cantando, cantando  siempre.

¡Larga vida a las corales!