Atlas de Geografía Minera: La discoteKa

Hay una manera muy fácil en la Cuenca del Nalón de determinar la edad de una persona nacida o residente ella. Solo tienes que hacer un comentario de pasada como este: “Cuando yo iba a Kaos…”. Puntos suspensivos. A partir de aquí esta persona en cuestión abrirá los ojos, se le dilatarán las pupilas, asentirá y dirá una de estas tres cosas: “Ya, bueno, yo es que era más del Madison”, o “¡Kaos, buah! Vaya tiempos” o “¿Ka qué? ¿Qué ye eso?”. El que te responda la opción 1, para ser suaves, podríamos decir que ya está en lista para la cuarta dosis de la vacuna, o casi. Na, ye broma, pero bueno, ellos saben de lo que hablo. Son los que conocen, aunque sea de oídas, el nombre de la discoteca de Barros donde tantos matrimonios se formaron.

Los que te respondan la opción 2, será a los que más les brillen los ojos. Uy, si hablara esa línea de autobús “Villa-Blimea”. Por aquel entonces la única opción para subir a La Pola era el Carbonero y La Pista de Laviana se esmeraba en ser un sitio de referencia. Pocos lugares colaboraron tanto como esta discoteca de los Palomares a conectar a los habitantes del Alto Nalón con el resto del valle de Barredos para abajo, y viceversa. Si los amigos lavianeses se animaban a bajar un día a La Felguera, con Rombos ya cerrado, fue La Competencia el lugar de paso de la vorágine, en La Pomar, tumultuosa, gamberra y muy entretenida, las cosas como son. Muchos bares, muchos nombres y martinis que madre mía…No era una discoteca, pero especial mención para las escaleras de “los baños de La Pomar”.

A estas alturas la persona que haya elegido la opción 3 ya ha dejado de escucharte y mira el móvil.

¡Ay! ¡Las discotecas de nuestra vida! La mayoría ya son historia sí, pero son nuestra historia. Aunque las hayan convertido en un local comercial del que no diremos el nombre pero que bien podría utilizar la K del cartel de Kaos que aún corona el edificio de Blimea, para honrar la vorágine que fuimos.

Recuerdo perfectamente la primera vez que fui a una discoteca. Fue en El Entrego, en lo que antes se había llamado “Pista Linares”. Cuando yo fui llevaba un nombre que intento recordar en vano desde hace días y que mi cerebro vincula con la Grecia clásica. Lo que sí recuerdo perfectamente la primera vez que fui a Kaos y como ya prescribió, lo digo: Fue una entrada ilegal.

*Al cierre de esta edición recibo un mensaje de Alfonso Zapico: “¿La discoteca de El Entrego no era Atenas o algo así? ¡Efectivamente, era “algo así”! Concretamente: Atenea. Si es que hacemos un equipo 10.